sábado, 9 de octubre de 2010

LA EDUCACIÓN TRASCENDENTE DE MAMÁ

Mi madre, una cristiana por esencia, a mis más tempranas actitudes fue impregnándolas de bondad haciéndome constatar, a cada paso, que somos felices de verdad únicamente cuando amamos, ayudamos, toleramos y perdonamos sin condición. A los 5 años empezó a ayudarme, con su paciencia y su lógica proverbiales, a descubrir el por qué de las cosas más simples, ella me salvó tempranamente del memorismo, ella en la casa fue mi maestra de lectoescritura. Más tarde me haría ver que no se puede aprender a leer empezando por repetir mecánica y penosamente el nombre de las "letras" del abecedario sino interpretando sus fonemas para comprender su significado y sentido dentro de un contexto dado. Ahí comprendí que ningún aprendizaje, menos el de las "primeras letras" debió ser jamás traumático. Cuando llegué a transición de la señera Escuela Prevocacional de Varones Nº 293 de mi Pallasca amada ya sabía leer y escribir y esto, ironías de la vida, me resultaría contraproducente pues al no tener qué hacer de aburrido me ponía a molestar a todo el mundo o me escapaba del aula a travesear por ahí. Cuántos dolores de cabeza le di a mi maestra Romelia Bocanegra, al portero Roberto Salvatierra y al director Eloy Sifuentes. Recuerdo que el día de la clausura del año escolar mi madre me hizo ir a rogarles me disculpen. Quedé sorprendido al ver la facilidad y naturalidad con que me habían perdonado y entonces me prometí que jamás con ellos volvería a portarme mal.

MEMORIAS: MI LLEGADA

LA VIDA es la más EXCELSA EXPRESIÓN que la Natura espontáneamente nos regala y los felices beneficiarios tenemos que retribuirla con AMOR. Yo llegué al mundo, sietemesino, una noche lluviosa del 31 de enero de 1 952, a las doce en punto de la noche, desafiando temerariamente al mundo con mis ni 30 cm, mi escaso kilo de peso, literalmente "güeso y pellejo" pero con unos gritos tan fuertes y prolongados que muchas veces sacaron de quicio a mi padre, ah, y con una hambre voraz que, para mal de males, comprometía a mi pobre mamita que, al haber llegado yo antes de tiempo y teniéndome ella en las postrimerías de su edad fértil,  no tenía leche, con lo que la célebre Vaca de Ña Pancha Yurma, pasaría a ser mi "Mamavaca" y asunto arreglado hasta los cuatro años, tiempo que me valió, bien lo recuerdo, para convertirme en un adicto a la "calientita y dulce mamanta".

MEMORIAS: MIS PADRES

Mi MADRECITA, Leonilda Robles Celestino, una mamá, amiga, esposa y persona HUMANAMENTE excepcional, siempre estaba pensando en los demás. Yo la recuerdo siempre con un bocado dispuesto para todo aquel que por cualquier motivo llegara a la casa. Visitaba y curaba a los enfermos. Siempre ayudó a los humildes a escondidas de papá. Mi PADRE, Juan Vega Santander, un trabajador infatigable y emprendedor perseverante, en cambio, era austero. Lo que sí, me pareció excepcionalmente generoso con sus hermanos quizá por lo que él fue, a la vez, un padre para ellos.
Con toda seguridad mi padre ha tenido que quererme demasiado para aguantar al niño y adolescente difícil que fui. Aún soy, en muchas cosas, controversial. Debo haber sido para mis amados viejitos un gran problema. Que desde el más allá, les pido una vez más, me perdonen.