viernes, 2 de diciembre de 2011

AÑOS DE PENUMBRA: La Escuela Prevocacional 293

Con añoranza y cierto orgullo viene a mi memoria la imagen de mi querida Escuela Prevocacional de Varones Nº 293 de Pallasca. El local escolar, por estar edificado en un pequeño promontorio del extremo norte de la población, se hace muy visible constituyéndose en ícono inspirador del anhelo de superación de cada pallasquino y en general de la reconocida cultura pallasquina en el ámbito regional. El diseño de la antigua edificación era realmente arquitectónico y por ello tan admirado,  añorado e inolvidable.
La pléyade de verdaderos maestros que nos dieron formación los años 50 y 60 era simplemente excepcional. Mis MAESTROS: Eloy Sifuentes(Director), Rafael Alvarez, Reynaldo Hidalgo, Oscar Sandoval, Angel Acorda, Romelia Bocanegra, Naún, Jorge Delgado, Porfirio Solano, Isaac Valdivia, Miguel Piedra, Roberto Salvatierra(administrativo); luego llegarían Elio Machado, Manuel Ibargüen, Félix Fernández, Víctor Alvarado, Juan Vega, Honorio Philco y otros igualmente respetables. Todos además con vena artística es por esa razón que hubo por muchos años en Pallasca memorables veladas literario-musicales.
Sería injusto no mencionar la Escuela de Mujeres 294, la Escuela Mixta y el Jardín de la Infancia, instituciones que contaban igualmente con excelentes maestras. Así mismo los auspiciosos inicios tanto del Instituto Nacional Agropecuario Nº 47 como del Colegio Municipal Mixto San Juan Bautista. Especial mención merece la influencia cultural de la Biblioteca Municipal Manuel Herminio Cisneros.
Por todo esto Pallasca, sin desmerecer a los demás distritos hermanos, tuvo por mucho tiempo un aura de cultura que jamás debió perder, pero que estamos seguros, con el compromiso de todos recuperará porque el pallasquino es un ser espiritualmente muy rico y la verdadera cultura es más espiritual que material. 
   

domingo, 6 de noviembre de 2011

AÑOS DE PENUMBRA: El hilo se rompe por la parte más débil.

Una tarde me hicieron regresar de la escuela por no haber llevado el guano de corral requerido por el maestro Valdivia para los cultivos del Taller de Agropecuaria.
Un compañero me prestó un costalito para ir a sacar el guano a escondidas de mi padre que se había opuesto a que llevara del corralón nuestro dicho fertilizante.
Estaba ingrasando al corralón a hurtadillas por la parte trasera cuando escucho un grito de mi madre. Fui en busca de ella y mi padre en el corredor la estaba golpeando. Nadie más estaba en casa. Traté de interponerme por repetidas veces, no pude, intentaba calmar a mi padre, no lo lograba, mi padre estaba enceguecido por la ira.
Mi pobre padre, indispuesto perversamente por terceros, siempre encontraba un pretexto para descargar sus rabias con nosotros, pero esta vez se le había pasado la mano.
Como mi madre ya sangraba por la nariz y mi padre no entendía razones ni ruegos de piedad le abracé por los pies haciéndole caer y como con eso no logré que dejara de lastimar a mamá no aguanté más y de un salto tomé un palo de escoba y le golpeé con la fuerza que pude. Que mi viejito y todos me perdonen, con una mano se tomó la otra dolorida y me miró con una reprobación que no olvido.
Mi madre, a pesar de su dolor, me recriminó: ¿Por qué has hecho eso a tu papá? y él sentenció: ¡Olvídate que soy tu padre!
Yo tenía diez años y por los tres siguientes no se dirigio a mí, salvo para gritarme. No me contestaba el saludo, me daba órdenes a través de mi madre sin llamarme por mi nombre y siempre asignándome las tareas más difíciles: "Que ése haga... (tal cosa)". Me prometí no darle motivo para que me castigara y si lo hacía me propuse no quejarme ni llorar. Recuerdo que la primera noche, de varias que me hizo dormir frente al horno sobre caronas, pensé: "Si mi padre ya no me quiere yo mismo me debo querer". Nunca le dejé de saludar. Una noche mi padre llegó muy mareado(de mareado nunca nos trató mal) me abrazó fuerte y llorando me dio un beso, aquel instante es uno de los más felices de mi vida, le agradecí a Dios por escuchar las oraciones de mi madre,pero al otro día mi padre no se acordaba seguramente porque las cosas seguieron igual pero quedaba claro que mi viejito nunca me dejó de querer.
Mi madre sufría a pesar de que a ella la empezó a tratar mejor. Jamás conté el caso a mis hermanos ni me quejé de nada ante ellos. 

La dureza y exigencia de mi padre, aunque se crea lo contrario, me hizo mucho bien: Llegué a ser un buen arriero conduciendo ganado o bestias de carga, echaba lazo como pocos y con ambas manos, marcaba solo, sin ayuda, el ganado, amansaba al caballar más indómito, cabalgaba a pelo como ninguno, recorría las distancias casi siempre a la carrera como un chasqui. Todo lo hacía  silbando o cantando para no cansarme ni aburrirme. Empecé a hacer poemas, canciones y a pintar cuadros para vender. Me enamé. Ah, volví a jugar al fútbol pero muy pocos entendían mis pases al vacío. Faltaba mucho a clases, felizmente en tantas horas de pastoreo y en muchas noches de lamparín había leído bastante y había resuelto los "baldores" de aritmética, álgebra y geometría(salía desaprobado porque nunca tenía cuadernos al día ni hacía las tareas). En vacaciones enseñaba a los demás desaprobados. Mis compañeros y profesores saben que en las evaluaciones cuando no sabía una respuesta jamás me la copié de alguien o de algo y tampoco reclamé nunca una calificación injusta.
Recuerdo que siempre me bastó una buena explicación del profesor para que el cuaderno me sea poco necesario. Que me perdonen mis profesores por ser muchas veces preguntón y controversial.
En este lapso hasta los 16 años viví experiencias extraordinarias, algunas de ellas las contaré luego 


AÑOS DE PENUMBRA: No hay mal que por bien no venga(1)

La nueva situación económica de estrechez hizo que mi madre prescindiera de las personas que ayudaban en la casa y entonces empezamos a hacer las cosas nosotros mismos: Mamá, abuelita Cata, Agucho y yo, muchas veces con el apoyo de Delia Campos y su hijo Nico Pinedo.
Mamá nos propuso cubrir los costos de pensión y otros que demandaban los estudios de mis hermanos Guille y Rina en la Costa. Juanito y Chela habían empezado a trabajar en el magisterio y ayudaban a pagar las cuentas a papá que compraba en Pallasca y alrededores ganado y llevaba al camal de Chimbote.
Mamá me enseñó a hacer licores de fantasía y, según ella, le superé en esa "química". Llegamos a abastecer de toda clase de licores a base de alcohol etílico, esencias, colorantes y azúcares a las tiendas de Pallasca y alrededores. Preparábamos lotes de licor especial a pedido, cuya calidad depende de un "secreto" de fermentación que descubrí(muchas veces nuestros vinos eran confundidos con los de uva).
Preparábamos pan especial a pedido, bizcochuelos, leche asada y otros dulces que mamá encargaba a la venta a las panaderías, también chicha de jora con linaza y aloja que vendía Delia Campos en la Plaza.
Mi padre al principio se quiso oponer a nuestros negocios pero la situación no estaba para reparos.
Nos iba tan bien en eso que mamá se daba tiempo para leer, cantar, pintar y hasta escuchar los partidos conmigo.
Debo aquí anotar que mi madre, llevada por su hermano José que fue militante de izquierda, asistía asiduamente en Lima a las conferencias de Mariátegui, Haya y una doctora Cárdenas. Mi madre tuvo la suerte de trabajar en la Casa Granda donde solía cantar acompañada de la pianola de la gran Chabuca, también trabajó en la casa de Pablito de Madalengoitia, lugares en los que, según ella, asimiló los buenos modales.
 
 

AÑOS DE PENUMBRA: Papá Cambia Mucho

Por muchas razones hubiese querido no contar esta parte de mi intensa vida mas prefiero recordarla por haber sido crucial, más para bien que para mal, en todo lo posterior.
Ya, desde algún tiempo, papá estaba cada vez menos en casa. No solamente sus viajes eran más seguidos y más prolongados sino además los días que estaba en Pallasca los pasaba mayormente fuera de casa.
Papá había cambiado mucho. Desde que ingresaba a casa ya estaba renegando por cualquier cosa. No volvió a hacerme saltar más en su regazo. Esto para mí, que había sido el engreído de todos, fue muy chocante. Mi padre, que antes siempre había tenido una ocurrencia para todo aquel que llegara a la casa, no quería trato con nadie. En adelante todo tendría que estar como en misa pues hasta renegaba cuando el alegre gallo cantaba cerca de él. Recuerdo cómo les chocó este cambio a cada una de las buenas personas que trabajaban para nosotros(a cuyo invalorable servicio dedicaré espacio especial aparte) hasta entonces tan acostumbradas a sus constantes bromas. Pero quien sufrió las peores consecuencias de la dureza paterna fue mi pobre madre.
¿Qué había pasado con mi padre? Malos parientes y falsos amigos, que no podían aceptar que un emergente "forastero" compita con ellos, habían confabulado para arrebatarle con malas artes primero las minas de Jajarajau y luego los predios de Shindol, Malluay, Chuyam, Tambamba, Mumaca y Quillín, que junto a lo heredado por mi madre sumaban propiedad considerable en la limitada economía local.
Mi pobre padre afrontaba siete juicios juntos en la Corte de Huaraz. Eso te quita tiempo, dinero y también te arrebata la tranquilidad, la paciencia y muchas veces la bondad.
Perdimos las minas y La Ladera, una chacrita muy querida por su cercanía al pueblo, invadida por un pariente. Mi padre perdió por mucho tiempo su sentido del humor, poniéndose por cualquier motivo irascible. Mi madrecita perdió la paz por ser ella quien sufriera por muchos años las crisis de mi padre, quien, vale decirlo, varias veces durante aquel tiempo, en los viajes que yo le acompañaba, ya comprando o conduciendo ganado al camal, de mareado lloraba por el injusto trato que le daba a mamá.
Esta crisis familiar, sin embargo, valió para que entre mamá y yo se forjara una identificación plena. Pasé a ser por ese entonces su discípulo, su más cercano colaborador y por el resto de su vida su confidente.
La escuela para mí pasó a segundo plano pues mi madre, ante la estrechez económica que empezábamos a sentir, me abrió ventanas alternativas de esperanza.Es justo y necesario dejar sentado algo que hoy lo tengo clarísimo:Con mi viejito nos quisimos mucho pero nos entendimos poco, pues éramos polos opuestos en muchas cosas. 


sábado, 29 de octubre de 2011

AÑOS DE PENUMBRA: Mi Primera Caída

Era fines de diciembre  del 58. Mi abuelita Cata con mi sobrino Agucho viajaban a pasar verano en Chimbote. Tenía yo que acompañar a Agucho a los potreros de Quillín a ayudarle a acorralar los caballos para poderlos lacear y traerlos para el viaje que tenía que hacerse "a bestia" a Buenos Aires, así se llama el paraje hasta donde llegaban las vetustas "góndolas"(camiones adaptados para carga y pasajeros) que nos llevaban a La Galgada y de aquí en tren a Chimbote. Teníamos que traer a "La Mora", "El Canelo" y "Chiquito"(un burrito que merece historia aparte). Sobre todo las acémilas tenían que venir con tiempo pues estaban para ponerles herraduras. Esto seguramente le haría pensar a Agucho "Hay que ir con la anticipación que nos dé, además, chance para jugar un rato al columpio" 
Una Luna casi redonda alumbraba el camino de La Piedra del Águila por el que íbamos camino abajo.
Llegamos a los potreros y no amanecía, sin duda la juguetona Luna nos había engañado haciéndonos creer que su resplandor era ya la aurora, en complicidad con nuestras ganas de columpiar. Nos alegramos con Agucho pues teníamos mucho tiempo para jugar antes de ir en pos de nuestros queridos cuadrúpedos que eran duros de capturar.
Ahí estaban esperándonos los tres altos molles que se erguían al borde de la amplia "parva"(era) que se extendía por el extremo opuesto hasta la puerta misma del enorme grancero.
Cada uno con su soga improvisó su columpio en los molles extremos poniendo cada cual como asiento un sobrepelo y ¡a columpiarse se ha dicho! sin noción del tiempo.
Habríamos jugado una hora, aún no asomaba el Sol, cuando Agucho me llama "ven hazme guyún guyún". Fui a él, le tomé por los pies,giré en torno suyo hasta torcer bien la soga de su columpio y de un salto me alejé para dejarle girar vertiginosamente con el destorcer hasta pasar a torcerse en sentido contrario ayudándole a completar la nueva torción para otra vez dejarle jirando libre, y así le tuve sin que deje de girar, en uno u otro sentido, hasta que me dijo: ¡Basta, tengo naucia!. No podía tenerse en pie, se aferró al columpio, cerró los ojos por un momento, estaba pálido, luego me dijo que le dé mi mano. Le hice sentar, después de unos minutos sonrió "no te asustes, ya estoy bien" dijo. "Hazme a mí el guyún guyún", le pedí, "yo no me mareo". Poniéndose en pie me dijo "Pero un ratito nomás, ya salió el Sol".
Me hizo girar un buen rato ya tomándome por los hombros para torcer con las fuerzas de sus doce años, ya dejándome libre para destorcer. Al ver que yo seguía pidiendo "últimas" me advirtió ¡Ésta sí es la última! A pesar que yo estaba ya mareado le supliqué "entonces tuérce más que nunca, Aguchito".
Recuerdo apenas salir volando por el vacío, un impacto seco y nada más.
Recuerdo borrosamente haber despertado tendido en el grancero y que Agucho desesperado lloraba y que después me sacaba cargado del potrero.
Era ya tarde, estábamos en el bosque de Cuymalca, Agucho que lloraba, don Andrés Pinedo con nosotros, y yo tendido sobre el  poncho de Agucho con un dolor terrible en la espalda, también en el hombro derecho y en la cabeza. Don Andrés había llevado un tazón de sopa de chochoca que Agucho no quiso ni probar y que yo sí tomé ávidamente por lo que el buen campesino, cómo lo recuerdo, celebró: "Enfermo que come no muere".
Don Andrés me cargó hasta la capilla de Cuymalca y de ahí no quería pasar Agucho que no dejaba de llorar con mucho miedo repitiendo: ¿Qué me hará mi papá Juan?
Jamás olvidaré el agua saladita pero qué refrescante de la acequia de Cuymalca que me hizo beber de su sombrero el buen Andrés Pinedo.
Mucho rato pasó don Andrés tratando de convencer a Agucho de seguir adelante, ya anochecía y en eso: 
¡Aguchooooo! ¡Aguchoooooooo! ¡Wideeeeeeee!
Era la potente voz de mi hermano Juanito desde la piedra de don Julio Torres.
Contesta, Aguchito, rogó don Andrés.
¡Aquí estamos, baja urgente! tuvo que responder don Andrés.
Agucho le enteró de lo sucedido a Juanito que le aconsejó:
  ¡Mamá debe saber la verdad pero a papá cuando vuelva le vamos a decir que a Wide le ha botado el "Canelo", nada más!
Los ojos de Agucho se iluminaron, volvió su alma en sí. Nos despedimos muy agradecidos de don Andrés, empezamos la subida con Juanito cargándome en el poncho hacia la casa(esde entonces yo también cargo esta señera espalda mía).
Mi Nila y mi Cata, al verme y enterarse de lo sucedido, cómo lloraban . Los que me conocen saben que jamás dolor físico o espiritual alguno me doblegó. Tuve que calmar a mi mamita para que vaya a traer a don Manuel Garay, un huesero muy famoso.
Don Manuel después de examinarme y enterarse de los detalles de mi caída ordenó se coloque un colchón grande en el piso y pidió dos colchas, tres fajas, tres imperdibles grandes y que se caliente hojas de chilca en el tiesto, luego agregó: "Le vamos a fajar como a chiquillo con una de las colchas y con la otra le vamos a rodar sobre el colchón, con la ayuda de Juanito".
Me colocaron "boca abajo" de través sobre un extremo del colchón y las colchas, el anciano huesero se arrodilló delante mío y sentí sus palmas juntas desplazarse juntas con suave presión hasta la parte dorsal donde sentí opresión y un dolor agudo. Con el ¡Yastá! de don Manuel empezó el sociego. Pidió la Chilca que extendió a mi lado y con la ayuda de Juanito con la colcha de encima me dieron vuelta cuidadosamente entre todos quedando mi espalda sobre las hojas calientes empezando a envolverme fuerte, de los hombros a los pies, con la misma sábana asegurando con los imperdibles; con la segunda colcha primero me suspendieron para reforzar con las fajas la envoltura y así rodarme cuidadosamente sobre el colchón para uno y otro lado sin dejar de preguntarme si sentía más dolor.
Me desenvolvieron, me aplicó árnica el buen huesero, me untó la espalda con una pomada que él preparaba y me vendaron trabajosa y delicadamente el torso, la venda formaba varias "X" sobrepuestas en mi pecho y daba varias vueltas hasta mi cintura. Recuerdo claramente el rostro, cetrino, vidrioso y afable de don Manuel que me dijo: Eres muy valiente, muchacho. Como mi mayor vicio era, y es, el fútbol me atreví a preguntarle: ¿Cuándo podré jugar pelota? Juanito se adelantó a advertirme: Olvídate, hermanito, de pelota, no vas a poder moverte por mucho tiempo. Don Manuel con benébola autoridad repuso: Todo depende del cuidado y paciencia que tengamos tanto tú como nosotros. Y prosiguió: Tu cama va a ser ahí por tres meses para que tengamos facilidad de darte vuelta o acomodarte para tus necesidades, hasta que poco a poco vayas valiéndote por ti mismo. Llegará el día que puedas andar, correr y saltar, todo a su tiempo. Si quieres volver a jugar bien no te desesperes y precipites tu recuperación. Le prometí que iba a hacer sólo todo lo que sea necesario para recuperarme  bien. Después de indicar mi rigurosa dieta y que por si acaso me hagan colocar una ampolleta contra la infección se retiró.

Aproveché para leer todo el tiempo que me era posible. Cuando me cansaba de posición mi madrecita leía para mí.
A fines de abril del 59 ya podía caminar bien y volví a la escuela, pero en setiembre tuve otro accidente: Estaba mirando el partido que disputaba el equipo de mi grado, el guardameta salió en falso, desesperado entré a la cancha a desviar con la cabeza un centro que se colaba en nuestro arco, logré mi objetivo pero a costa de quedar con la lengua partida por el puntapié en la mandíbula que me dio un delantero rival al haberle ganado la pelota.   
   

   


   

martes, 28 de diciembre de 2010

¿CÓMO SOY? TAL COMO REZA EL ZODIACO PARA MI SIGNO. ¿COINCIDENCIA? NO SÉ.

Esta es la transcripción:
"ACUARIO (Ene 20 * Febr. 18) -

Confiable. Veraz. Unico en su clase. Ama las relaciones a largo plazo. Extremadamente enérgico. Impredecible. Excederá tus expectativas. Los acuarios tienen una personalidad fuerte y atractiva.
Hay dos tipos de acuarios: uno es tímido, sensible, y paciente. El otro tipo de acuario es exuberante, vivo y puede llegar a esconder las profundidades de su personalidad debajo de un aire frívolo.. Ambos tipos de acuario tienen una fuerza de convicción y de la verdad muy fuerte y son tan honestos que saben cambiar sus opiniones si aparecen pruebas que muestran lo contrario de lo que pensaban antes. 
Los acuarios son capaces de ver los dos lados de un argumento por lo que son uno de los signos más tolerantes y sin prejuicios de todo el zodiaco. 
Están abiertos a la verdad y dispuestos a aprender de todos. 
Un acuario es humano, sincero, refinado e idealista. Saben ser perseverantes y expresarse con razón, moderación y, a veces, humor. 
Casi todos los acuarios son inteligentes, claros y lógicos. Muchos son imaginativos y psíquicos. A veces sienten la necesidad de retirarse del mundo para meditar o pensar. 
Se niegan a seguir ciegamente a  la multitud. 
A pesar de su personalidad abierta y de su deseo de ayudar a la humanidad, no suelen hacer amigos con facilidad. 
No entregan su alma con facilidad.. Pero una vez que deciden que merece la pena amar a alguien, se convertirán en amigo o amante dispuesto a sacrificar todo por su pareja y ser fiel durante toda su vida. Sin embargo, a veces les toca vivir la desilusión emocional porque sus ideales personales les llevan a exigir más de su pareja de lo que es razonable.
Si se le engaña a un acuario, su furia es terrible. 
El dilema de los acuarios, en cuanto a sus relaciones personales, se presenta cuando  la otra persona no cambia entonces tienden a replegar velas y alejarse para siempre del problema. 
Sienten una gran preocupación por el bien de la humanidad y no comprenden las posturas contrarias a las causas que tanto persiguen. 
A pesar de tener ciertos secretos, los acuarios no comprenden una falta de integridad o promesas rotas. Forman parte de su lado negativo el sentirse resentido ante la traición o demostrar un silencio que puede de repente estallar en un gran enfado. 
No obstante es uno de los signos del zodiaco más receptivos a escuchar otras verdades y a aprender de los demás."

sábado, 9 de octubre de 2010

LA EDUCACIÓN TRASCENDENTE DE MAMÁ

Mi madre, una cristiana por esencia, a mis más tempranas actitudes fue impregnándolas de bondad haciéndome constatar, a cada paso, que somos felices de verdad únicamente cuando amamos, ayudamos, toleramos y perdonamos sin condición. A los 5 años empezó a ayudarme, con su paciencia y su lógica proverbiales, a descubrir el por qué de las cosas más simples, ella me salvó tempranamente del memorismo, ella en la casa fue mi maestra de lectoescritura. Más tarde me haría ver que no se puede aprender a leer empezando por repetir mecánica y penosamente el nombre de las "letras" del abecedario sino interpretando sus fonemas para comprender su significado y sentido dentro de un contexto dado. Ahí comprendí que ningún aprendizaje, menos el de las "primeras letras" debió ser jamás traumático. Cuando llegué a transición de la señera Escuela Prevocacional de Varones Nº 293 de mi Pallasca amada ya sabía leer y escribir y esto, ironías de la vida, me resultaría contraproducente pues al no tener qué hacer de aburrido me ponía a molestar a todo el mundo o me escapaba del aula a travesear por ahí. Cuántos dolores de cabeza le di a mi maestra Romelia Bocanegra, al portero Roberto Salvatierra y al director Eloy Sifuentes. Recuerdo que el día de la clausura del año escolar mi madre me hizo ir a rogarles me disculpen. Quedé sorprendido al ver la facilidad y naturalidad con que me habían perdonado y entonces me prometí que jamás con ellos volvería a portarme mal.